Donación de órganos y Mi historia personal
Donación de órganos
En el año 2.017, debido a varias campañas que se dieron a conocer en diversos medios de comunicación, casos que se hicieron famosos como el de Justina, y la posibilidad de manifestarte como donante en los días de votación, se produjo un aumento en la cantidad de personas que eligieron ser donantes con respecto al año anterior. Esto es sumamente importante debido a que a todos nos puede pasar que necesitemos un órgano para poder seguir viviendo o como también para mejorar la calidad de vida tanto nuestra como de otra persona, y es ahí en donde la solidaridad de la gente debe hacerse presente decidiendo ser donante. La potente capacidad de crear actos de amor que tenemos es lo que debemos desarrollar para así crecer como cultura y como seres humanos. Algo tan simple como donar órganos puede darle la oportunidad de la vida a otra persona.
La medicina avanza enormemente a pasos agigantados, por
ejemplo, hoy en día gracias a la creación de un corazón molde impreso en 3D los
cirujanos pueden estudiar más detalladamente la intervención quirúrgica que
debe llevarse a cabo en un procedimiento, y
así obtener mejor eficacia en la cirugía final; creo que como sociedad debemos
acompañar este avance. Esto no se trata de una cuestión divina ni milagrosa; tomar conciencia de que podemos salvar vidas
es primordial para así involucrarnos y comprometernos como sociedad. Todos
somos responsables.
Existen ideas erróneas sobre la
donación de órganos que solamente generan fatales consecuencias. Destruyen familias,
y se cobran muchísimas vidas. A través de la educación y con la difusión se
pueden erradicar e impedir que sigan circulando.
Quizá en una situación de extremo
dolor, de angustia, impotencia, tomar una decisión sea una cuestión que se
quiera pasar por alto, o quizá dicha decisión se cargue de tales sentimientos
pero debemos saber que hay otra familia también sintiendo lo mismo, y que esa
decisión puede transformar por completo
la situación de siete personas.
Mi historia personal
Con respecto a mi historia personal, a
los trece años me diagnosticaron
“miocardiopatía dilatada”. Mi corazón fallaba, estaba débil y le costaba mucho
bombear sangre. Los medicamentos que tomaba ayudaban a que me mantenga estable, hasta que con el pasar de los años dejaron de hacer efecto; mi
estado de salud empeoró mucho, y ahí mi cardiólogo decidió que debía quedar
internado en el sanatorio donde me atendía para someterme a un trasplante de
corazón.
Contrariamente a lo que se podría
pensar, recibí bien la noticia. Me puse contento porque sabía que un trasplante
iba a terminar con todos los síntomas que tenía. Así que acompañado de enfermeros,
mi familia, y con la mochila en los hombros fui a la habitación.
Estuve esperando el corazón
aproximadamente 100 días.
Con el pasar del tiempo la habitación también comenzaba a sentirse diferente, a veces se veía gigante como un monstruo que atormenta directo al cerebro y a su vez tan pequeña que me sofocaba. Por suerte me daban permiso para salir a caminar por los pasillos. Esperaba hasta la noche que no había casi nadie y ahí salía junto con el pie soporte de la medicación que me suministraban. Acompañado de Aspen Night caminaba un rato, y luego tomaba aire mirando por la ventana hacia afuera, aunque no se veía nada porque era de noche, y seguía caminando. Por momentos, se percibía una tranquilidad inmensa como si estuviese en una nave flotando en el espacio. También tuve momentos de crisis, lloré, me enojé, pensé, me pregunté, me preguntaba si mi corazón iba a llegar, en qué momento, cuándo. Pero conversando con las enfermeras, médicos, mi familia me llegaba a olvidar de la situación que estaba viviendo. Todo esto, sumado al “entrenamiento” psicológico que llevaba a cabo con el psicólogo, la cabeza te trabaja a mil por horas y es importante poder controlarla.
Dentro de la habitación el tiempo se percibía de otra
manera. Me di cuenta que tenía que armarme una rutina para que pase más rápido.
Los primero días conocía al personal, me informaba de cuestiones sobre el
trasplante, los estudios a los que tenía que someterme, “Cuál es el promedio
del tiempo que tengo que esperar para que me trasplanten?” Le pregunté a una
enfermera, “no sé, eso es incierto Martín, el donante puede aparecer mañana o en
mucho tiempo” me contestó, y yo pensaba y pensaba. Para pasar el rato también miraba
televisión, los programas de cocina son mis favoritos, veía uno que me gustaba
mucho sobre una cocinera que recorría el mundo probando los platos típicos de
cada país. También, por las tardes leía.
Antes de haber ido al sanatorio había revisado mi biblioteca para ver qué me
podía llevar y finalmente opté por “Los hermanos Karamazov” de Dostoyevsky.
Con el pasar del tiempo la habitación también comenzaba a sentirse diferente, a veces se veía gigante como un monstruo que atormenta directo al cerebro y a su vez tan pequeña que me sofocaba. Por suerte me daban permiso para salir a caminar por los pasillos. Esperaba hasta la noche que no había casi nadie y ahí salía junto con el pie soporte de la medicación que me suministraban. Acompañado de Aspen Night caminaba un rato, y luego tomaba aire mirando por la ventana hacia afuera, aunque no se veía nada porque era de noche, y seguía caminando. Por momentos, se percibía una tranquilidad inmensa como si estuviese en una nave flotando en el espacio. También tuve momentos de crisis, lloré, me enojé, pensé, me pregunté, me preguntaba si mi corazón iba a llegar, en qué momento, cuándo. Pero conversando con las enfermeras, médicos, mi familia me llegaba a olvidar de la situación que estaba viviendo. Todo esto, sumado al “entrenamiento” psicológico que llevaba a cabo con el psicólogo, la cabeza te trabaja a mil por horas y es importante poder controlarla.
También aprendí muchísimo sobre
cardiología y enfermería. Siempre estaba al tanto de los procedimientos que se
llevaban a cabo, y a todos los llenaba de preguntas. Los cardiólogos, la
mayoría de ellos un poco más grande que yo, me trataban casi como un amigo, uno
sabiendo que me gustaba la literatura rusa me regaló una novela y otra cardióloga
me dio un anillo que le traía suerte cuando
tenía que aprobar un examen, “espero que te traiga suerte a vos también” me
dijo.
Luego en una segunda etapa de la
espera, mi corazón comenzó a funcionar
peor. Me sumaron más medicación. Comencé a tener complicaciones a nivel estomacal. Todo lo que comía me
caía muy mal, incluso el agua. Y la dieta tenía que ser más estricta ya
que tenía muchos dolores de estómago. A
causa de esta falla también tuve complicaciones en mis piernas, se me generó
una especie de alergia con mucha comezón. Mi piel se volvió extremadamente
sensible. Me sumaron medicación. Ya no salía a caminar a los pasillos. Por las noches se me hacía muy
difícil dormir. Tampoco estaba tan de
ánimo. Extrañaba mucho a mi gato, a mis amigos, extrañaba estar en mi casa,
salir a caminar, dormir en mi cama, extrañaba absolutamente todo. De todas
maneras siempre intentaba estar bien, verme bien para darle fuerzas a mi
familia para que sepan que yo estaba bien, y que todo lo que padecía no me
afectaba tanto.
En la tercera etapa, mi salud había
empeorado mucho. Me conectaron a una
máquina de circulación extracorpórea que me ayudaba a mantenerme con vida. También
estaba conectado a un respirador. Necesitaba con urgencia un corazón. No podía hablar, no podía comer, no respiraba
por mi cuenta, casi no me podía mover.
El dieciséis de octubre, por la mañana, un cardiólogo se me acercó con una gran sonrisa y me dijo
que había un donante. Me iban a trasplantar el corazón! Lloré de la alegría, no podía creerlo, y como pude lo
abracé. Estaba muy nervioso y tenía mucha ansiedad. Pedí si me
podían dar un calmante y dormí un rato.
Luego desperté un poco más tranquilo. En general en el ambiente se vivía una
alegría inmensa. Fue uno de los días más felices de mi vida. Imposible no
emocionarme al recordar ese momento.
La cirugía llevó alrededor de seis horas. Cuando me
desperté, solamente quería dormir, estaba muy cansado. En palabras de un
instrumentista quirúrgico “fue como si lo hubiesen aplastado tres veces un
camión”. No recuerdo nunca haber sentido tal nivel de agotamiento. Dormí,
dormí, mucho. Después fue como volver a nacer. El tubo de oxigeno había lastimado
mi garganta así que no tenía voz, tuve que ejercitar, primero intentar toser,
carraspear hasta encontrar mi voz. Había perdido mucho peso de a poco tuve que empezar a comer, primero
yogurt, galletitas mojadas, después puré, gelatina y así aumenté de peso. Tampoco
tenía fuerzas pero con la ayuda de mi
kinesióloga y de mi familia pude sentarme, acostumbrarme a la posición, luego
pararme con un poco de inestabilidad y miedo pero siempre poniendo las mejores
ganas para salir adelante. Caminar fue todo un desafío, comencé de a pasos, primero uno… parar… respirar…después
otro… parar, sentarme a descansar… levantarme y empezar de nuevo, un paso y
otro más haciendo más fuerza… y más fuerza. Y así fortalecí mis piernas y pude
caminar. Con el pasar del tiempo y producto de las mejores que venía teniendo
me desconectaban de a poco de las
maquinas. Esto fue un alivio porque podía tener más movilidad. Alguna
medicación me sacaban, otra me bajaban la dosis, por suerte no padecí complicaciones. Luego me
enviaron a un piso silencioso en donde seguía la rehabilitación pero sin tanto
cuidado. Recuerdo caminar por los pasillos con el pie de suero junto a mi
madre, caminábamos y hablamos de todo, hasta emocionarnos. Todo estaba yendo
bien.
Cuando me dieron el alta fue una alegría total, con lágrimas en los ojos
me despedí pero no sin antes sacarme algunas fotos con el personal. Mucho
abrazo, mucho agradecimiento, muchos besos. Con un poco de vértigo salí caminando despacio del
sanatorio. Pude volver a ver la
inmensidad de la ciudad, escuchar los pájaros, ver a las personas pasar; sentir
el sol como me daba de lleno; el viento fresco en la cara. Después la vuelta a
casa, sentir el olor de mi casa, ver a mis gatos, acostarme en mi cama y sentir
esa calidez; cocinar, que es una de las
cosas que más me gusta hacer. Después a los pocos días, cuando bajaba el sol,
junto con mi papá iba a caminar a la plaza. Absolutamente todo se volvió
especial, y lo disfrutaba muchísimo.
Todos los síntomas que tenía antes
del trasplante, cuando estaba enfermo, se fueron: ya no me agito cuando camino,
ya no se me acelera el corazón, no tengo taquicardia, la comida ya no me cae
mal, no tengo dolores fuertes en el estómago, no tengo retención de líquido, no
tengo alergia, no estoy pálido ni tengo presión baja, tampoco tomo muchas
pastillas ni me mareo.
Actualmente, a modo de control me
hago biopsias de corazón, para verificar que no haya rechazo, acompañado de un
análisis de sangre y un electrocardiograma. Además, debo tener cuidado con la
higiene de los alimentos y tratar de no
enfermarme ya que por tener las defensas
bajas un virus sería riesgoso para mi
salud.
Esta vez me tocó a mí, y estoy vivo
gracias a que hubo un donante. Pero la realidad es que muchos no tienen la
misma oportunidad. Por favor, opten por ser donantes. Cada vez hay más personas
que necesitan de un órgano. La lista de espera para trasplantes cada día se
hace más grande y puede ser bastante cruel ya que los órganos comienzan a
fallar y producto de eso el cuerpo se deteriora. La educación, la solidaridad y
la difusión son fundamentales para revertir esta situación.
La donación me salvó la vida. Donar salva vidas. Ponete la camiseta de donante!
Gracias por leer
Martín González
Un Guerrero !!! Hoy con Alas 👼
ResponderBorrarMartin querido! Fuiste una gran gran persona! Recuerdo tu alegria y tu sonrisa de ñiño! Tube el gustaso de conocerte! Hoy el cielo tiene un angel más! Desde alla ilumina a tu mamy, a tu guerrera fiel!
ResponderBorrarHermoso Martín?!! Desde donde esres te envuelve la LUZ !!!!💝💝💝💝💝💝💝
ResponderBorrarMartín espero volver a encontrarte algún día!! Mientras tanto voy a recordarte con mucho amor , hasta pronto sobrino mio!!
ResponderBorrarSÓLO ADMIRACIÓN PARA VOS Y TU FAMILIA 😇 SIEMPRE ESTARÁS PRESENTE..... IMPOSIBLE OLVIDAR A UN MUCHACHO TAN ESPECIAL COMO VOS....DERROCHE DE HUMILDAD, DE LUCHA Y DE PERSEVERANCIA....NOS DISTE UN GRAN EJEMPLO A TODOS...."CAMPEÓN DE LA VIDA"
ResponderBorrarHay fiesta en los cielos!!!!!
ResponderBorrarOrgullosa de ser la mamá de Martin.
ResponderBorrarOrgullosa de tener un hijo tan hermoso.
Se que pronto volverás por mi