Apoyo emocional y Asistencia psicológica
Apoyo emocional
Fue fundamental y agradezco profundamente el
apoyo de mis amigos, compañeros,
vecinos, los allegados, todos los que estuvieron presentes enviando buena
energía ya sea por mensajes de texto,
comunicándose con mi familia, y/o difundiendo mi caso por redes sociales. La
energía cuando se compone de esperanza, ilusión y amor se siente de verdad. El
personal del sanatorio siempre brindando su apoyo, super serviciales con la
mejor predisposición para lo que fuese a necesitar tanto mi familia como yo. Muy
importante el apoyo de mi familia que en un momento tan difícil siempre los vi de ánimo, acompañándome y asistiéndome en todo momento.
Al saber que afuera se difundía sobre lo importante que es la
donación de órganos, de cierto modo me daba esperanza, me ponía contento porque
creía que iba a llegar más rápido el donante, no solo el mío sino el de quien
también lo estaba esperando.
El principal apoyo
emocional que tuve fue el de mi madre. Con el pasar del tiempo se fue gestado
un vínculo muy lindo. Por las noches jugábamos a las cartas, mientras
escuchábamos la radio, me acompañaba a caminar por los pasillos y hablábamos de
cualquier cosa. En los momentos de crisis ella siempre estuvo, era la mejor
manera de superarlos. Constantemente repito que sin ella yo no hubiese superado
todo lo que pasé.
Asistencia psicológica
Una de las tantas evaluaciones que debe llevarse a
cabo en el proceso de trasplante es la psicológica.Con el psicólogo, en un primer término nos veíamos una
vez por semana. Las sesiones eran
bastantes tranquilas, creo que se podrían entender más como chequeos” que
sesiones. Hablábamos de cómo me sentía, cómo la iba llegando, compartíamos gustos
musicales y hablábamos mucho de cine. Generalmente nos veíamos después del
almuerzo.
Con el pasar de los días, las cosas empezaron a
cambiar. Empecé a tener ataques de ansiedad, a sentir muchos nervios, ataques
de pánico. Me empecé a sentir raro, era como un frío helado interior ubicado en
el pecho, también por la espalda, la nuca y la cabeza. A su vez el frío iba
acompañado de una sensación de preocupación, nervios, ansiedad pero de una
manera potenciada y desesperante. Era algo que pocas veces en mi vida había
experimentado. Cuando tuve el primer episodio recuerdo que muy confundido me
decía una y otra vez “no entiendo qué me está pasando”. Asustadísimo le avisé a los médicos, e inmediatamente me
revisaron. Mis signos vitales estaban bien, solo estaba teniendo un ataque de
ansiedad, y por eso decidieron darme un calmante. A los minutos me quedé más
tranquilo, aunque algo asustado.
Por estos
episodios las sesiones pasaron a ser dos veces por semana. Con el paso del
tiempo los encuentros comenzaron a tener un poco más de protagonismo.
Funcionaban como descarga de emociones y a su vez como un impulso. La clave era
vivir el día, despertar y enfocarme en tener un buen día. Empezar bien la
mañana, pasar la tarde lo mejor posible, e intentar dormir de noche. No servía
pensar en si iba a aparecer el donante, ni en tiempos futuros, solo ese día,
ese momento. Empezó a existir solamente lo que sucedía en el día.
Después empecé a tener mucho miedo de que vuelvan los ataques
de pánico, era algo que no podía controlar. Creo que lo peor que puede pasar es
perder el control. Un buen ejercicio que me sirvió para calmarme fue tomar aire
durante un periodo de segundos, después aguantar y largar todo despacio. Parece
tonto pero funciona.
Como te extraño Martin 😢
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